viernes, 8 de enero de 2010

Volviendo a las raíces

Esta es un fragmento de una carta que le mandó Mijail Bakunin a su hermano, Pablo.


París, 29 de marzo de 1845.


Soy el mismo, como antes, enemigo declarado de la realidad
existente, sólo con esta diferencia: que he cesado de ser

teórico, que he vencido, en fin, en mí, la metafísica y la filosofía,
y que me he arrojado enteramente, con toda mi alma, en el
mundo práctico, el mundo del hecho real.

Créeme, amigo, la vida es bella; ahora tengo pleno derecho
a decir eso, porque he cesado hace mucho
de mirarla a través de las construcciones teóricas y a no conocerla más que en
fantasía, porque he experimentado efectivamente muchas de
sus amarguras, he sufrido mucho y he caído a menudo en la
desesperación.

Yo amo, Pablo, amo apasionadamente: no sé si puedo ser
amado como yo quisiera serlo, pero no desespero; sé al menos
que se tiene mucha simpatía hacia mí; debo y quiero merecer el
amor de aquella a quien amo, amándola religiosamente, es decir,
activamente; ella está sometida a la más terrible y a la más
infame esclavitud y debo libertarla combatiendo a sus opresores
y encendiendo en su corazón el sentimiento de su propia
dignidad, suscitando en ella el amor y la necesidad de la libertad,
los instintos de la rebeldía y de la independencia, recordándole
el sentimiento de su fuerza y de sus derechos.

Amar es querer la libertad, la completa independencia de
otro; el primer acto del verdadero amor es la emancipación
completa del objeto que se ama; no se puede amar verdaderamente
más que a un ser perfectamente libre, independiente, no
sólo de todos los demás, sino aun y sobre todo de aquel de
quien se es amado y a quien se ama.

He ahí mi profesión de fe política, social y religiosa, he ahí
el sentido íntimo, no sólo de mis actos y de mis tendencias
políticas, sino también, en tanto que puedo, el de mi existencia
particular e individual; porque el tiempo en que podrían ser
separados esos dos géneros de acción está muy lejos de nosotros;
ahora el hombre quiere la libertad en todas las acepciones
y en todas las aplicaciones de esa palabra, o bien no la quiere
de ningún modo; querer la dependencia de aquel a quien se
ama es amar una cosa y no un ser humano, porque no se distingue
el ser humano de la cosa más que por la libertad; y si el
amor implicase también la dependencia, sería lo más peligroso
e infame del mundo, porque sería entonces una fuente inagotable
de esclavitud y de embrutecimiento para la humanidad.
Todo lo que emancipa a los hombres, todo lo que, al hacerlos
volver a sí mismos, suscita en ellos el principio de su vida
propia, de su actividad original y realmente independiente, todo
lo que les da la fuerza para ser ellos mismos, es verdad; todo el
resto es falso, liberticida, absurdo. Emancipar al hombre, he
ahí la única influencia legítima y bienhechora.

Abajo todos los dogmas religiosos y filosóficos –no son más
que mentiras–; la verdad no es una teoría, sino un hecho; la
vida misma es la comunidad de hombres libres e independientes,
es la santa unidad del amor que brota de las profundidades
misteriosas e infinitas de la libertad individual.




Mijail Bakunin (1814-1876), nacido dentro de una familia
aristocrática rusa, recorrió Europa como militante y como exiliado,
fue uno de los fundadores de la Asociación Internacional
de Trabajadores o Primera Internacional y escribió varios
de los libros más importantes del pensamiento anarquista, entre
los que se destaca Dios y el Estado. Este fragmento de una
carta a su hermano Pablo, fechada en París el 29 de marzo de
1845, fue publicado en El amor libre: la revolución sexual de
los anarquistas, Rodolfo Alonso Editor, Buenos Aires, 1973.


PD: Todos los pibes leimos alguna vez DIOS Y ESTADO de Bakunin, no es un libro para interpretar la sociedad de hoy, pero hay en el frases e ideas sobre la libertad, que no he olvidado. Asi que os invito a leer algo de este pensador, que mas alla de su posicion politica fue un pensador digno de emborracharse de él. -Raúl Fontanarrosa-

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